Ahí descubrí cómo se gestionaban los diferentes soportes publicitarios online y técnicas para poder conectar con los seguidores.
De forma paralela iba postulándome a empresas y tras muchos intentos fallidos por diferentes motivos, decidí emprender mi proyecto en solitario como freelance.
En esos momentos la mayoría de trabajos los realizaba de manera gratuita o por un precio risorio.
Estaba pagando la experiencia que andaba buscando anteriormente con un puesto de trabajo en cualquier agencia o departamento de marketing de cualquier empresa.
Comencé diseñando mis primeras webs, gestionaba redes sociales de pequeños negocios y realizaba las primeras campañas en Facebook Ads.
En el último año de los que estuve adquiriendo experiencia, me di cuenta que para obtener mejores resultados en los perfiles sociales de mis clientes y también para mejorar el diseño de las web que clientes me pedían, era necesario tener una base en diseño gráfico.
En ese momento, formalicé mi matrícula en un máster de diseño gráfico donde aprendí a manejar profesionalmente herramientas de Adobe como (Photoshop, Illustrator e Indesign) y a impregnarme de la cultura visual que tienen los diseñadores.
Poco después, tomé la decisión de darme de alta como autónomo y como todos los comienzos, no fueron nada fáciles.
A pesar de llevar dos años haciendo trabajos gratis y ayudar a empresas a conectar con sus clientes y hacerles crecer, mi primer año como autónomo fue trabajar duro y con clientes que me “racaneaban” el precio de mis servicios.
Tras mis primeros meses como autónomo, la cosa no pintaba tan bien como yo esperaba, no quería quedarme atascado y necesitaba mejorar en el diseño de webs porque era uno de los servicios que más me demandaban y que podía facturar con ello.
Así que decidí matricularme en otro máster especializado en diseño web.
Ahí aprendí a maquetar webs de manera profesional, usar mejor wordpress, aprender el lenguaje de programación HTML, CSS y algo de PHP.